Buenaaaaaaaaaaaaaaaaaas
Os voy a mostrar esta pieza de mi colección algo curiosa.
En el anverso aparece un busto de frente con símbolos sasánidas, y en el reverso con símbolos cristianos-bizantinos.
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Tipo de moneda: 12 nummi.
Diámetro: 21 mm.
Peso: 6,4 gr. aproximadamente.
Anv.: Busto de frente (del rey persa sasánida Cosroes II) con corona rematada en cruz, y a izq. una estrella y a la dcha. un creciente (símbolos de los reyes sasánidas).
Rev.: número 12 griego (IB) entre medias un globo crucífero (símbolo cristiano) y en el exergo: AΛEΞ
Ceca: Alexandria. Egipto.
Año de acuñación:618 - 628 d C.
Y un poco de historia de la última guerra bizantino sasanida sacada de la wikipedia:
Tanto Bizancio como Persia supieron aprovechar el breve período de paz. El emperador Mauricio trasladó las tropas de Oriente a los Balcanes, donde sostuvo una campaña contra los ávaros y eslavos.
Cosroes II, una vez consolidado su poder y saneadas las finanzas del estado, volvió a fortalecer financiera y militarmente su imperio. A finales del año 602 se desarrolló en el Imperio de Oriente una serie de acontecimientos que desembocaría en la última de las guerras entre Roma y Persia, una guerra, más intensa que todas las precedentes, y que estuvo a punto de causar la ruina definitiva del Imperio romano de Oriente.
La crisis se originó en el Danubio, donde el emperador Mauricio combatía con éxito a los ávaros y eslavos. Mauricio exigió a sus tropas que invernaran en la orilla izquierda del Danubio y emprendieran una campaña contra los eslavos, a pesar de las dificultades para abastecerse de víveres. Esto llevó finalmente a que las tropas se amotinasen, y proclamasen emperador a un oficial de rango inferior, llamado Focas. Mauricio intentó huir, pero fue capturado. Focas marchó hacia Constantinopla, donde fue reconocido como emperador. Mauricio y toda su familia fueron ejecutados, en un auténtico baño de sangre, y Focas inició, según fuentes decididamente hostiles a él, un régimen de terror.
Cosroes aprovechó la muerte de Mauricio, su antiguo protector, y en 603 invadió el territorio romano. En los años siguientes cayeron en poder de los persas las ciudades de Amida, Dara, Edesa, Hierápolis y Beroia, y un ejército persa invadió Armenia. Parte de la población dio incluso la bienvenida a los invasores persas, ya que los conflictos religiosos en el Imperio de Oriente, en torno a la cuestión de la naturaleza de Jesucristo (ver monofisismo), habían alejado a la población de Siria del gobierno central. Además, Cosroes presentó a un supuesto hijo de Mauricio, que habría sobrevivido a las ejecuciones de Focas. El propio Focas cayó en 610, víctima de una conjura por parte de sectores opositores. Heraclio, hijo del exarca de Cartago, se apoderó del trono, pero tuvo que combatir contra las tropas de Focas durante algún tiempo, lo que impidió la resistencia contra los persas. Sea cual fuere el verdadero carácter del régimen de Focas (solo disponemos en la actualidad de fuentes de la época de Heraclio), es evidente que no estuvo exento de terror. Heraclio, sin duda uno de los más destacados emperadores de toda la historia del Imperio romano, fue recibido como salvador, aunque el principio no fuese capaz de hacer frente con efectividad a los persas.
Máxima expansión territorial del Imperio sasánida, durante el reinado de Cosroes II.
Con la caída de Focas, el avance persa aumentó su velocidad. En 611 los persas derrotaron a los romanos junto a Emesa, desde donde irrumpieron en Asia Menor y conquistaron también Antioquía. En 613 dio comienzo la contraofensiva romana. Parte del ejército de Constantinopla, a las órdenes del general Filípico, debía invadir Armenia, para obligar así a los persas a retirar sus tropas de Siria. Esta maniobra permitió a Heraclio prepararse para el ataque; en Siria, sin embargo, el ejército romano fue vencido en una gran batalla cerca de Antioquía. Heraclio tuvo que abandonar la región, y Damasco cayó ese mismo año. Aún peor para los romanos fue, sin embargo, la caída de Jerusalén, tomada en 614 por el general persa Shahrabaraz, según parece con ayuda de los judíos de la ciudad, que esperaban que los sasánidas les concedieran una mayor libertad. Entre el botín obtenido por los persas se encontraba la Vera Cruz, que el general Shirin regaló a la esposa favorita de Cosroes, de religión cristiana. La pérdida de esta reliquia causó una tremenda conmoción entre los cristianos.62 El Imperio romano de Oriente, que también se encontraba, una vez más, amenazado en los Balcanes, perdió antes de 619 también Egipto, el granero del imperio, al tiempo que los persas lanzaban también ataques en Asia Menor, que solo en una pequeña parte pudieron mantener en su poder. Todo el Oriente romano quedó bajo el dominio persa, como había sido en tiempos del Imperio aqueménida. Llegó incluso a pensarse en trasladar la capital del imperio de Constantinopla a la segura Cartago. El "Imperium Romanum" se encontraba al borde del abismo.
En esta situación, que parecía completamente desesperada, Heraclio concibió un plan extremadamente audaz. Decidió abandonar la capital, al mando de su ejército, y atacar a los persas en el interior de sus dominios. El 5 de abril de 622 el emperador abandonó la ciudad y viajó por mar hasta un punto en las cercanías de Issos, en el extremo sudoriental de Asia Menor. La reconstrucción de los siguientes acontecimientos es complicada a causa de la extremadamente problemática situación de las fuentes; no se conocen ni la ruta que siguió el emperador ni las dimensiones exactas de su ejército. Heraclio, que en los años siguientes emprendería en conjunto tres campañas contra los persas, debió contar con una fuerza militar bastante considerable. Heraclio entrenó primero a su ejército, con lo cual entre sus tropas surgió rápidamente un ambiente particular, que Jorge de Pisidia, una de las pocas fuentes con que contamos, destaca especialmente. El emperador inculcó a sus soldados la idea de que no se trataba de una campaña ordinaria. No combatían solo contra un enemigo del Imperio, sino también contra un adversario de la cristiandad. Se trataba de una guerra santa, en cierto modo una "Cruzada" contra el poder de las tinieblas, aun cuando, ciertamente, la guerra perseguía un objetivo por encima de todo: librar definitivamente al Imperio romano de Oriente de la amenaza persa.64 Por esa razón se instalaron imágenes de Cristo en los campamentos. Parece que estas medidas psicológicas surtieron efecto y motivaron a los soldados, algo que posiblemente era necesario a causa de la difícil situación en la que se encontraban: si Heraclio fracasaba, el Imperio caería con él.
Los bizantinos lograron vencer a los persas en 622 (ó 623) en Capadocia. En 623 el emperador regresó provisionalmente a Constantinopla y a continuación entró en contacto con los habitantes cristianos del Cáucaso. Heraclio logró aumentar su ejército, y combatió durante el año siguiente sobre todo en esa región. Lanzó un ataque contra Armenia, durante el cual cayó en sus manos la ciudad de Dvin y, sobre todo, la de Ganzdak, en el actual Azerbaiyán. En la mencionada ciudad había un célebre templo del fuego, (hoy Takht-i Suleiman), que el emperador ordenó destruir, enviando con ello una clara señal a Cosroes. Éste movilizó entonces todas las tropas de las que disponía, pero no consiguió vencer a Heraclio, que en 625 se retiró a Cilicia.
En 626, el ejército persa se puso de nuevo en marcha, con el objetivo de localizar y destruir a las tropas de Heraclio, así como de conquistar la ciudad de Constantinopla. Con este fin, los persas habían entablado negociaciones con los ávaros. En el verano de 626, la capital del Imperio de Oriente fue asediada por un imponente ejército de ávaros y eslavos. La ciudad pudo resistir, sin embargo, gracias a la flota, que evitó, además, que los persas pudieran trasladarse a la orilla europea. Los ávaros tuvieron que interrumpir el asedio, y el ejército persa, bajo el mando de Shahrabaraz, se retiró a comienzos de 627 de Calcedonia a Siria. El año anterior, Heraclio había ya conseguido vencer a un ejército persa que marchó contra él con la intención de destruirlo.
En Constantinopla se atribuyó la salvación de la ciudad a un milagro de la Virgen María. El punto culminante de la ofensiva persa había sido superado con éxito, y a partir de entonces los romanos tomaron completamente la iniciativa. Heraclio pudo todavía alegrarse de una nueva victoria; en Mesopotamia, su hermano Teodoro había logrado vencer a un ejército persa bajo el mando del general Schahin, lo que debió de irritar profundamente a Cosroes. Al parecer, en la corte persa existía una gran preocupación por el estado mental del Gran Rey, quien, a su vez, sentía una profunda desconfianza hacia sus generales. Esto explica, al menos en parte, por qué Shahrabaraz se mantuvo en lo sucesivo al margen de los combates y se dedicó a esperar el desarrollo de los acontecimientos.
Mientras tanto, Heraclio reclutaba nuevas tropas en Lázica y en las regiones ribereñas del mar Negro, y establecía contacto con los Köktürks. Esta alianza no tuvo consecuencias importantes en el desenlace del conflicto, ya que las tropas auxiliares abandonaron más tarde al emperador, aunque los ataques turcos debieron de constituir una molestia para Cosroes. En 627, Heraclio partió de Tiflis hacia el sur. El 12 de diciembre de ese año, se libró una decisiva batalla junto a las ruinas de Nínive. El general persa Rhazates murió en el combate, y los romanos, que maniobraron con más habilidad, aplastaron al ejército persa. Heraclio conquistó a continuación la residencia favorita del Gran Rey, en Dastagird, en la que Cosroes había estado poco tiempo antes. El monarca persa huyó aterrado hacia Ctesifonte. Heraclio renunció intencionadamente a sitiar la capital persa, ya que temía que se cortaran sus vías de aprovisionamiento.
Sin embargo, la batalla de Nínive supuso el desenlace final de la lucha que durante siglos habían mantenido ambas potencias. Cosroes perdió todo apoyo de los grandes de su imperio: en febrero de 628 fue depuesto y asesinado en prisión. Le sucedió su hijo Kavadh II Siroe, quien inició su corto reinado con el asesinato de varios miembros de su familia. En seguida intentó establecer contacto con Heraclio para negociar un tratado de paz. El emperador se encontraba por entonces en Gandzak. El texto de su carta a Heraclio, en la que Kavadh Siroe pide la paz y se refiere a su enemigo como "...el clementísimo emperador de los romanos, nuestro hermano..." (compárese con la cita, más arriba, del texto de Amiano Marcelino), ha llegado hasta nosotros en el llamado "Cronicón Pascual" ("Chronicon Paschale").
Finalmente se firmó un tratado de paz. Sus cláusulas estaban orientadas a mantener el statu quo ante bellum: Persia renunciaba a todas sus conquistas y devolvía la Vera Cruz, a cambio de lo cual Heraclio prometía retirarse. Sin embargo, la retirada de las tropas romanas se desarrolló con lentitud, y mientras tanto Persia se hundió en el caos. Kavadh Siroe falleció en septiembre de 628, y todos los monarcas que le sucedieron solo fueron capaces de mantenerse en el poder durante unos pocos meses. La Vera Cruz fue restituida en 630 por Shahrabaraz, que también ambicionaba el trono sasánida. La ceremonia que solemnizó el regreso de la reliquia supuso sin duda el momento de mayor esplendor del reinado de Heraclio. Recibió cartas de felicitación de varios reinos cristianos y consiguió un enorme prestigio. Persia había sido vencida, con lo que el Imperio romano parecía haber triunfado sobre su secular adversario.
Un
saludo.