Una vez vacías las bodegas, los galeones eran cargados con el oro y la plata del Perú y de la Nueva Granada, con custodias consteladas de esmeraldas, cálices y joyas religiosas, todo el tesoro húmedo de sangre que estas tierras enviaban para acrecentar la majestad de los dueños del mundo.
Las fragatas inglesas esperaban a los galeones en alta mar para arrebatarles hasta la última moneda. Sus capitanes eran llamados piratas y corsarios por quienes padecían sus asaltos, pero en Londres eran valerosos caballeros al servicio de los reyes. El pirata Vernon era en Londres Lord Almirante y el chupasangre Francis Drake, circunnavegador del globo, cuya tumba es la bahía de Portobelo, era Sir Francis Drake en la Corte.
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