En la joyería Les Millionnaires, en el histórico casco antiguo de Zúrich, recibir un billete de mil francos suizos para pagar una compra no es algo inusual.
“Es muy frecuente que llegue alguien en busca de un regalo y que pague en efectivo porque no quiere que su pareja se entere, es el efecto sorpresa”, dijo uno de los propietarios de la tienda.
La persona se reservó su nombre, fiel a la propensión de Suiza a la discreción, una de las razones por las cuales el efectivo sigue siendo popular en el país, aunque su uso esté disminuyendo en otros lares. “Aquí, en nuestra tienda, recibimos billetes de mil francos cuando es una compra grande”.
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