Sir Thomas Gresham fue un comerciante y financiero del siglo XVI y el primero en darse cuenta de que, cuando había dos monedas de curso legal, la gente tendía a pagar las transacciones en la que se consideraba más débil. Este principio, conocido como Ley de Gresham, consiste en que la moneda mala expulsa a la buena. Es decir, si una moneda con mayor valor intrínseco (por ejemplo, las 100 pesetas de plata -que algunos recordarán- en circulación a finales de los años 60) convive con otras del mismo valor facial pero de menor valor intrínseco, los ciudadanos guardarán la primera y pagarán con la segunda. Eso significa que sólo acabará circulando la “moneda mala”, pues la buena se atesora, por su mayor valor. Así ocurrió con los “20 duros” de plata acuñados entre 1966 y 1969, que rápidamente desaparecieron de la circulación. Por tanto, la competencia entre monedas (si ambas son de curso legal) se salda a favor de la “mala”.
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