Sus tres hombres de confianza, Audaz, Ditalcon y Minuro fueron comisionados para entablar dichas conversaciones con Cepión. El procónsul logró sobornar a los tres enviados, los cuales, regresados al campamento y hallando a Viriato durmiendo, le asesinaron. Sin embargo, ello causó graves escándalo en la Roma senatorial, que se negó a pagar el soborno prometido a los asesinos, seguramente anunciando la famosa máxima de que “Roma no paga traidores”. Incluso Cepión no pudo celebrar su victoria, ya que para los senandores no fue tal, sino una compra.
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