Una vez consolidada su hegemonía, los constitucionalistas se ocuparon de solucionar el problema monetario del país y ordenaron la creación de un papel moneda único a la American Bank Note Company de Nueva York, que entregó billetes más sofisticados, a prueba de falsificaciones y que se pusieron en circulación en mayo de 1916.
En febrero de 1917, en el Artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se promulgó que la emisión del papel moneda correspondería a un banco único bajo el control gubernamental y, finalmente, el 1 de septiembre de 1925 inició funciones el Banco de México, que tenía la responsabilidad de emitir y regular la circulación monetaria, con el propósito de restaurar la confianza de los usuarios en el papel moneda.
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