vamos ampliando el catálogo.
Es posible que en el S XVII las clases altas madrileñas comenzaran a moverse lejos de las fiestas populares. Hasta el SXVIII no encontramos celebraciones separadas, como los bailes de máscaras y otras celebraciones privadas.
la actitud de los Borbones hacia lo popular estuvo muy lejos de la complacencia de sus antecesores Habsburgo (al menos hasta la época de Carlos IV),pero la tolerancia relativa o la ambigüedad del "todo está permitido" si no se traspasaban los límites del mundo festivo,siguió siendo la tónica de los alcaldes respecto a las celebraciones populares en SXVIII. Otra cuestión fue el cambio de actitud de las clases altas en relación a las burlas y juegos de carnaval, pues en el SXVIII no sólo realizaban las fiestas por separado y con actividades distintas, sino que además parecen haber rechazado los festejos violentos y ruidosos, que asociaban cada vez más con las clases populares.
Las élites educadas y adineradas del Madrid del S XVIII, parecen haberse ido alejando del carnaval popular
Nada más lejos del Carnaval madrileño del siglo que la promiscuidad
social, como bien lo muestran los bailes públicos de máscaras que se
realizaron entre 1767 y 1773. Como se sabe, estas diversiones, habituales en
otras capitales europeas de la época, fueron impulsadas en Madrid por el
conde de Aranda como parte de su política de contención social tras el motín
de Esquilache. Los bailes madrileños se celebraron en el teatro Príncipe
y luego, por razones de espacio, en los Caños del Peral, y su acceso estuvo
sujeto al pago de una entrada. Se concibieron como un «antídoto» oficial a
los carnavales privados y como una forma de celebración alternativa para
las clases altas madrileñas, para las gentes «de educación», como señalaba
el mismo Aranda. De hecho, nada más iniciarse la diversión atrajo a «personas
de la primera distinción» —empleados del gobierno y de la administración,
militares y extranjeros—, según el conde de Montealegre, personero
del ayuntamiento, que denunciaba que, en último término, se habían
hecho «dueños del teatro» «personas bastas comunes»; y eso, aseguraba con
el fin de cerrar la diversión cuando ya no había razones de orden público
para mantenerla, había alejado a la gente distinguida.
El declive de la categoría social de los bailes de máscaras hizo fracasar
el único Carnaval oficial madrileño del que tenemos noticia. Nos recuerda
además que las clases altas de Madrid no escapaban a las pretensiones de
distinción social. Cualquiera que fueran los gustos particulares de algunos
nobles, la participación de distintos grupos sociales en la misma fiesta era
mas una excepción que la norma. De hecho, las clases altas del siglo XVIII
preferían en general evitar que se les vinculara abiertamente con las fiestas
populares, que los hombres de la Ilustración hacían además todo lo posible
por desprestigiar.
Esto es un pequeño extracto de una publicación que llevó acabo Mª José del Río Barredo con el título:
Burlas y violencia en el Carnaval madrileño
de los siglos XVII y XVIII.
Revista de Filología Románica
2(002, anejo III, 111-129
Hago hincapié en el hecho de que las clases altas se separaran del carnaval para extrapolarlo a los botones, ya que se me ocurre, que quizás este tipo de botones no estuvieran al alcance de las clases populares, (y que fuesen un signo de distinción entre la nobleza) puede que por lo costoso que resultara y también por lo pocos botones que se conocen de este tipo.
La hebilla de zapato o cinturón que pongo que en su dia posteó
"turista celtibero", puede que sea también otro signo de distinción entre las clases altas de esa época en Carnaval.
Todo esto que se me ocurre, lo digo como cualquier otra teoría, sin que tenga ninguna validez,simplemente por aportar algo a este tema tan interesante.
Pongo algún botón más:
1781
turista celtíbero (con su permiso espero no le importe que las pongamos)
un saludo
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