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| Tema: Alonso de Sotomayor, vencedor de Drake. Jue 15 Oct 2009 - 16:25 | |
| <table align="left" border="0" cellspacing="8"><tr bgcolor="#ffffff" valign="top"><td height="178">FRANCES DRAKE </td></tr></table>
Corrían los últimos años del siglo XVI, años en los que florecían en el Istmo de Panamá o Castilla del Oro, las ciudades portuarias de Nombre de Dios en la costa atlántica y Panamá en la del Pacífico.
Un intenso tráfico mercante hacía del Istmo un verdadero emporio comercial sobresaltado sólo de vez es cuando por las nuevas de alguna incursión pirata.
Eran los tiempos de Drake y de los de Hawkins, padre en hijo, quienes aterrorizaban de tiempo en tiempo a las desprevenidas poblaciones del Caribe.
El solo nombre de Drake inspiraba pavor y se utilizaba para obligar a los niños a recogerse temprano en sus hogares.
En los primeros días del mes de agosto de 1595 llegó aviso de S.M. el Rey de España notificando a todas las autoridades de los puertos de Indias que una poderosa Armada inglesa al mando precisamente a los temibles Drake, Hawkins y Baskerville se aprestaba para salir de Inglaterra con intenciones visibles de atacar a las indefensas poblaciones de la costa y quizás de apoderarse de las plazas que comenzaban a fortificarse como Puerto Rico, Habana o Cartagena.
Ante aviso de tan inminente peligro los respectivos gobernadores se aprestaron a la defensa con los escasos medios de que por entonces se disponía.
En el caso de Panamá se veía el grave peligro que suponía una tal fuerza enemiga pues Nombre de Dios, único puerto de la costa Atlántica por entonces ya que Portobelo aún no existía como ciudad ni como defensa, carecía de toda protección de manera que no sería difícil para una tropa bien armada capturarla, penetrando a través del Istmo hasta la misma ciudad de Panamá, carente también de toda defensa.
Por tal motivo, el Presidente Interino D. Juan del Barrio de Sepúlveda, que relevó a su muerte a D. Francisco de Cárdenas, comenzó a preparar la defensa con los medios escasos que pudo obtener. Sin embargo, al tener noticias el Virrey del Perú, Marqués de Cañete del peligro que se avecinaba sobre Panamá, y comprendiendo que aquel punto era la llave del Mar del Sur y objetivo indudable para los ingleses, aprovechó la feliz coincidencia de encontrarse en la Ciudad de los Reyes, es decir, en Lima, el hasta entonces Gobernador de Chile, D. Alonso de Sotomayor, experto militar que contuviera a los araucanos durante los años de su gobernación, para designarle con carácter urgente Capitán General del Reino de Tierra Firme entregándole seis barcos completamente equipados y dándole instrucciones para que se hiciera cargo de la defensa del istmo.Don Alonso de Sotomayor
¿Quién era D. Alonso de Sotomayor? ¿Quién era el hombre al que se entregaba la grave responsabilidad de defender Panamá? Y por ende todo el Mar del Sur?.
Según su biógrafo y secretario Fray Caro de Torres se trataba de un hombre de 46 años experto militar de las guerras de Flandes.
Nació Don Alonso en Trujillo de Extremadura el año 1546, siendo su padre D. Gutiérrez de Sotomayor, gran caballero y mayorazgo en aquella Ciudad, descendiente de otro Gutierrez de Sotomayor, Maestre de Alcántara, fundador de la casa de los Condes de Benalcázar, más tarde Duques de Béjar, Marqueses de Ayamonte y Villamanrique, títulos obtenidos en las campañas del Reino por su valor y esfuerzo personal.
Siendo hijo segundo, D. Alonso que no podía aspirar a títulos heredados, decidió a los 15 años, después de haber recibido una esmerada educación en Madrid, ganar honra y gloria por sus propios méritos, sentando plaza de soldado en la Compañía de Juan de Ibarra, que partía en socorro de la Isla de Malta.
Poco después ingresaba como soldado también en la compañía de Don Lope de Figueroa con dos escudos de ventaja que le concedió el Virrey de Sicilia que era por entonces Don García de Toledo. De Sicilia partió con su Compañía bajo las banderas del Duque de Alba en 1587 a Flandes donde sirvió hasta la prisión de los Condes de Egmont y Horn, regresando a España custodiándola Duque de Bura a quien el de Alba había hecho prisionero.
Tenía D. Alonso de Sotomayor por entonces 28 años y su probado valor le permitió ascender hasta tener el mando de su propia compañía, regresando nuevamente a Flandes donde intervino en el combate de la Villa de Mons donde fueron derrotados 6.000 Franceses y capturado su general Monsieur Genlis. Poco después se le encargaba el asalto de la Abadía de Espinlieu, logrando capturarla después de un feroz combate.
Incansable púsose al frente de 300 soldados armados con picas, atacando la retaguardia del príncipe de Orange hostigándole continuamente según el sistema que se llama de guerrilla.Pero su coraje vióse frenado por un grave tabardillo, nombre con que por aquel entonces se conocía la enfermedad del tifus que le tuvo muchos días entre la vida y la muerte. Mas su recia complexión ya que por aquel entonces no existía ningún tratamiento científico contra este mal, le hizo sobreponerse a tan temible enfermedad, venciéndola y levantándose aunque muy débil.
Poco después estaba de nuevo sobre el caballo dirigiéndose al sitio de Arlen en Holanda, donde ya habían llegado las tropas españolas.
El cerco de Arlen duró trece meses y en el asalto y captura de esta ciudad recibió Sotomayor cuatro arcabuzazos en la rodela y en la celada y uno sobre el ojo.
Una vez tomada la ciudad de Arlem intervino en el asalto de la Villa de Alquemar a la cabeza de la vanguardia con la delicada misión de tender un puente siendo herido nuevamente por un arcabuzazo en una rodilla lo que le retuvo varios días sin poderse mover. Mas repuesto también de esta nueva herida tomó parte, al mando de dos compañías en el cerco de Leyden, donde nuevamente fue herido, esta vez de otro arcabuzazo que le destrozó una canilla.
Más tarde intervino en el asalto de Audeguater marchando de nuevo a la vanguardia, siendo su arrojo y temeridad proverbiales, ejemplo para sus soldados. Pero tanto valor no pudo librarle de una nueva y grave herida, pues recibió un cuarto arcabuzazo, esta vez en la boca, que le llevó la mitad de la quijada y ocho dientes haciéndole pedazos la lengua lo que le tuvo a la muerte.
Una vez más sin embargo, su extraordinaria vitalidad hízole sobreponerse a la enorme pérdida de sangre y al destrozo que le dejó marcado para siempre el rostro y pocos meses después tomaba otra vez parte en la batalla de Monquen, con el General Sancho de Avila a la cabeza de 200 arcabuceros y mosqueteros y después en el cerco de la Isla de Cirquicea, hasta su asalto y captura.
Se le encomendó entonces la misión de ir en secreto a París donde debía encontrarse con D. Juan de Austria y ambos de incógnito servirle de guía hasta Flandes, misión que cumplió a cabalidad y con gran satisfacción de Don Juan de Austria quien poco después se posesionaba de la Gobernación de Flandes.
A esta misión siguieron otras también de índole secreta y diplomática como fue la de entrevistarse personalmente con los Duques de Guisa y de Lorena llevando un mensaje personal de Felipe II.
Después de la pacificación, el Rey la encomendó otras delicadas misiones que le obligaron a realizar varios viajes de España a Francia y a Flandes.
En premio a sus esfuerzos y a su lealtad el Monarca le concedió el hábito de Santiago, ofreciéndole la Gobernación de Chile, que Don Alonso, siempre ávido de aventuras, aceptó. Sin tomar un momento de descanso, alistó una expedición de 600 hombres que debían acompañarle a Indias y se unió a la Armada de Diego Flores de Valdés que partía para el Estrecho dé Magallanes llevando consigo a su hermano mayor D. Luis de Sotomayor, Capitán de Infanfería del tercio de Sicilia, a Francisco del Campo, Sargento Mayor de dicho tercio, a Alonso García Ramón, gran soldado que le acompañará en las guerras de Flandes, a Tiburcio de Heredia y otros muchos y valerosos soldados de Flandes que quisieron acompañarle entre los cuales iba el que más tarde sería su biógrafo, el propio Francisco Caro de Torres quien profesaría como religioso en América.
Partió la flota de Sevilla pasando graves trabajos naufragando varias embarcaciones por lo que la expedición bien conocida por los que tenemos afición a la historia de Panamá ya que en ella iba el primer Ingeniero Militar de Tierra Firme Bautista Antonelli no pudo llegar al estrecho, decidiendo Diego de flores refugiarse en el Brasil y esperar mejores condiciones atmosféricas.
Desembarcó Don Alonso con su gente en el puerto de Buenos Aires o Río de la Plata donde, viendo que le llegarían a faltar los alimentos por la larga espera, decidió llegar a su punto de destino por tierra emprendiendo el azaroso viaje con su aguerrida tropa atravesando lo que es hoy el Paraguay, Argentina y las Nevados de los Andes hasta la ciudad de Santiago en el Reino de Chile.
Nada más llegar y sin descanso tuvo que actuar y con gran riesgo de su vida acudió a la defensa de las ciudades de San Bartolomé, la Concepción, Angol, La Imperial, Villarrica Valdivia y Osorno, los Estados de Arauco, Tucapel y Mareguano amenazados por los indios araucanos lo que en el curso de los diez años de su estancia en Chile consiguió pacificar y sujetar construyendo varias fortificaciones en los lugares estratégicos.
Dispuso viajar a Lima para entrevistarse con el recién nombrado Virrey, el marques de Cañete con quién no estaba en muy amistosas relaciones. El Marques de Cañete, había dispuesto reemplazar a Don Alonso de Sotomayor por Don Martín García de Loyola, para lo cual sometió a juicio de residencia a Sotomayor.
Andaba Don Alonso enfadado con el Virrey y el Virrey con Don Alonso al parecer por haberse presentado en la ciudad de los Reyes sin pedir permiso previo, cuando llegó al Perú la noticia de que una Armada inglesa se dirigía al Caribe con intenciones seguramente de saquear la ciudad de Panamá, y quizás de entrar en el Mar del Sur.
Ante el peligro que se avecinaba, el Virrey depuso sus iras y decidió que la experiencia militar de Don Alonso era imprescindible ante tal contingencia, de manera que cambió de actitud y entregó al experto militar los seis barcos mencionados, perfectamente equipados, nombrándole Capitán General encargándole de la delicada misión de impedir el paso a los piratas y fortificar Tierra firme.
Partió la escuadra hacia las costas panameñas y dejamos aquí el hilo de la narración para ver qué hacia mientras tanto el enemigo y cuáles eran sus intenciones.
Ultimo vaje del pirata Drake
El jueves 28 de agosto de 1595 (según el calendario español sería el 8 de septiembre (*) zarpó una flota inglesa del Puerto de Plymouth, compuesta de 27 barcos, entre los cuales estaban el “Garlande”; “Defiance”,”Delight” “Fronda”', “Hope” “Pegasine” “Elizabeth”, y otras divididos en dos escuadras, una al mando de John Hawkins y otra al mando de Francis Drake.
(*) La diferencia de 10 días entre los calendarios juliano y gregoriano que se produjo a partir del 24 de febrero de 1582. Los ingleses seguían el calendario juliano y los españoles el gregoriano (Bula intergravissimas del Papa Gregorío XIII).
Como Generalísimo de las fuerzas había sido elegido Thomas Baskerville a bordo del “Garlande”.
Los planes de esta Armada eran saquear Puerto Rico para desde allí dirigirse a Nombre de Dios, capturar esta plaza y partiendo de ella por tierra, como cabeza de puente, llegar á Panamá donde esperaban encontrarse con el tesoro que anualmente venía del Perú y del que debían dar buena a cuenta.
Pero los españoles que tenían espías flamencos por los puertos ingleses tuvieron muy pronto información de aquellas intenciones y se prepararon con tiempo.
En una reunión de capitanes que tuvieron los piratas a bordo del “Defiance”, el barco de Drake propuso este asaltar de paso las Islas Canarias a lo que se opuso Hawkins violentamente.
Sin embargo Drake impuso su opinión y la Armada tomó el rumbo de las Canarias, donde llegaban un mes después de su salida de Plymouth.
Los piratas prepararon un desembarco y en pinazas y botes intentaron llegar a la playa, para ser recibidos con fuego graneado de los defensores que hizo gran estragos en las filas inglesas.
Ante tal resistencia y tan fuertes defensas los hombres de Drake prefirieron abandonar el intento y continuar su camino hacia las Indias donde esperaban hallar mejor fortuna. Trataron de tomar agua sin embargo en el Sur de las Canarias, en un paraje que consideraron deshabitado, mas un grupo de canarios que se hallaban allá emboscados mató a varios de los piratas entre ellos al Capitán Grimstone, uno de los doce jefes de las tropas de tierra, junto con su hijo y otros.
El 27 de octubre llegaba los ingleses a la vista de la Dominica (e1 7 de noviembre según el calendario gregoriano mientras hacían aguada, uno de los barcos, el “Francis” fue capturado por unan fragatas españolas que atacaron la retaguardia de los piratas, siendo hundido poco después el “Richard” otro de los barcos ingleses.
El 8 de noviembre (el 19 según el calendario gregoriano) llegaba la flota inglesa a las islas Vírgenes donde desembarcaron los 1.200 hombres que componían las fuerzas de tierra.
Por entonces John Hawkins venía ya enfermo, así que el mando quedó prácticamente en manos de Drake. El 11 de noviembre (e1 22 según los relatos españoles) echaban anclas frente a Puerto Rico y a las 3 de la tarde moría Hawkins.
Intentaron desembarcar los piratas, impidiéndoselo los disparos constantes de las baterías españolas instaladas en la playa. Se reunieron de nuevo los capitanes ingleses a bordo del “Defiance”, la nave capitana, y estaban deliberando sobre el plan a seguir cuando una bala de cañón certeramente, disparada desde la batería española penetró en el propio salón donde los jefes piratas se hallaban reunidos, con tal acierto que en la explosión murieron los capitanes Nicholas, Clifford, Brute, Brown, hermano de Thomas Maynard, el que después escribiría el diario de la expedición, Strafford y otros más allí presentes.
Este desastre, unido a la llegada de las fragatas españolas al mando de D. Pedro Tello de Guzmán y de los capitanes Pedro Vásquez, Pedro Sánchez Escudero, Domingo de Incaurraga y Marco Antonio Becerra, quienes con dotaciones bien aguerridas y expertas en esta clase de lucha habían salido de Sevilla en seguimiento de los piratas al llegar las noticias de su partida del Puerto de Plymouth por conducto de un espía holandés, y el intenso cañoneo que comenzaron estas fragatas contra la flota inglesa les obligó a dispersarse y huir hacia alta mar, no sin que antes se fueran a pique varios de los galeones que salieron de Plymouth.
Dice como remate uno de los capitanes el mencionado Thomas Maynard en su diario de expedición que por si fuera poco el desastre “al otro día los Españoles hundieron cuatro de nuestros barcos mejores y nosotros mismos a duras penas pudimos salvarnos”.
El 19 de noviembre llegaban los barcos ingleses que pudieron escapar, a la Bahía de Santa Germana, donde estuvieron reparando sus averías hasta el 24, fecha en que Drake ordenó partir rumbo a Curaçao.
Después de varias peripecias de menor importancia llegaba la flota de Drake a vista del puerto panameño de Nombre de Dios el 29 de diciembre de aquel año de 1595 (el 9 de enero de1 1596 según el cómputo español) lugar que Drake, buen conocedor da aquella región por haber sido escenario de sus fechorías en años anteriores había escogido para llegar hasta Panamá por tener mejor fondeadero para sus barcos cosa que sabía no podía encontrar en la Boca del Chagre si penetrase por este río.
Y así, aunque sabía que el camino de Nombre de Dios a Panamá era mucho más peligroso y difícil por lo montañoso de la región, escogió esta vía por permitirle tener a salvo la retaguardia de sus fuerzas, ya que contaba con capturar fácilmente Nombre de Dios puerto que sabía estaba totalmente sin defensas.
La defensa de Tierra Firme
Pero Don Alonso, de Sotomayor no había permanecido ocioso, y sabiendo que disponía de poco tiempo, se apresuró a trabajar sin descanso y a hacer trabajar a todo el mundo en la organización y construcción de defensas.
Cuando llegó el experto soldado a las costas panameñas al mando de la flota entregada por el marques de Cañete se encontró de inmediato con la resistencia de los Oidores que reemplazaban en el mando provisional del istmo al difunto Presidente de la audiencia de Panamá
D. Francisco de Cárdenas. Presidía provisionalmente la Audiencia de Panamá, por ser el Oidor más antiguo el Dr. Juan del Barrio de Sepúlveda y al tener noticia de la llegada de Don Alonso cuyo nombramiento consideraba irregular ya que el Virrey del Perú según él no tenía jurisdicción sobre la Provincia de Tierra Firme, se dispuso a hacerle resistencia.
Mas Sotomayor conciliador y comprendiendo que una disputa en aquellos graves momentos redundaría en perjuicio de todos se entrevistó con el Presidente interino y se puso a sus órdenes como simple soldado dejando a un lado el nombramiento del Virrey, con lo cual, los Oidores, quisquillosos como buenos hombres de Leyes, entraron en razón. Bien sabía D. Alonso que al fin y a la postre, cuando se dieran cuenta de que para las cosas de la guerra hace falta un militar, le darían amplios poderes y reconocerían la necesidad de sus servicios.
Así fue efectivamente.
Cuando comprendieron que a D. Alonso no le guiaba ninguna ambición de mando sino simple y llanamente la salvación del Reino de Tierra Firme y de Panamá su capital, resolvieron por medio de acuerdo unánime encargar del mando del Istmo a una persona de la experiencia de Sotomayor nombrándole por oficio de la Audiencia con el mismo cargo que le diese el Virrey y despachándole el título correspondiente.
Aceptó Sotomayor complacido asegurando a los Oidores y al Cabildo que lo hacía dispuesto a ofrecer no sólo su esfuerzo sino su vida en defensa de Panamá comenzando de inmediato las obras de defensa que continuaron sin descanso de día y de noche ante lo inminente del ataque enemigo.
Alistó varias compañías de la capital y del interior a las que dotó de medios de armas y abastecimientos suficientes, nombrando como capitanes principales a Mateo de Rivera, Pedro Ramírez de Quiñónes y Juan Enríquez Conabut, todos los cuales habían luchado a su lado en Flandes y en Chile, con gran experiencias en las cosas de la guerra por lo tanto.
Nombró por Maese de Campo a Zuazo Casasola, Alguacil Mayor de la Real Audiencia, quien más tarde sería Gobernador de Cartagena. Organizó dos compañías de negros libres a los que destacó como gastadores de su ejército y con otras compañías levantadas en Natá, Cubita (Los Santos) y Veraguas, estableció su plaza de armas en la venta de Chagres a seis leguas de Panamá en el camino a Nombre de Dios. Envió al Capitán Pedro Ramírez de Quiñónes con su gente a nombre de Dios con la misión de ayudar al Cap. Diego Juárez de Anaya, Alcalde mayor de aquella ciudad con instrucciones de retirarse hacia el Paso de Lajas para atraer al enemigo al interior de la selva, al Capitán Mateo de Rivera para que con su compañía se instalase en Portobelo cuyas defensas se comenzaban a construir por entonces.
Por su parte, hechas toda estas prevenciones y mientras su tropa construía rápidamente la defensa del Fuerte de San Pablo, así llamado más tarde por haber sido el día de San Pablo el Ermitaño, el 10 de enero, la fecha en que atacaron los piratas en el Paso de la Capireja cerca de Nombre de Dios en pleno camino a Panamá. El partió acompañado de Bautista Antonelli, el Ingeniero militar y del capitán Miguel Ruiz del Duayen quien fuera por muchos años Factor de la Real Hacienda, del Capitán Hernando de Ocampo uno de sus hombres de confianza traído de Flandes y Chile, de Fray Francisco Caro de Torres, su secretario y de Don Francisco de Valverde, factor de la ciudad de México y comisario recién nombrado de la fábrica de Portobelo (a este último tendría que dejarle enfermo en las Ventas de Chagres) para ver como construir a la mayor rapidez posible un sistema escalonado de defensas a todo lo largo del Río Chagres hasta el mismo Sitio de las Cruces por donde quizás podría intentar su entrada el enemigo. <table align="left" border="0" cellspacing="8" width="378"><tr bgcolor="#ffffff" valign="top"><td height="178"> Antiguo plano del camino de Portobelo a Panamá en el que pueden verse las localizaciones de las ventas: del Bujio, Boquerón, Pequení y San Juan.
</td></tr></table>
Sotomayor de acuerdo con Antonelli reconoció el lugar próximo a la venta llamada de la Quebrada o de Pequení encontrando que al bajar de ella viniendo de Panamá había una loma que llamaban Caprilla o Capireja que estrechan dos quebradas con gran profundidad de forma que bastaba atravesar unos maderos para impedir el paso a los que intentasen por allí llegar a Panamá.
Puso al mando una pequeña fuerza de 50 hombres al Capitán Juan Enríquez con instrucciones de defender el paso y continuar su fortificación, explicándole la gran responsabilidad que le entregaba pues por su especial disposición aquel paso podría ser la clave de la defensa del reino, como así fue efectivamente.
Siguió su viaje de inspección y con Antonelli llegó a la boca del río Chagres que decidieron no fortificar con la rapidez necesaria dada la gran anchura de esta parte del río.
Por ello remontaron de nuevo el Chagres hasta un paraje donde este se estrechara y presentase alguna elevación desde la cual pudiese dominarse en buena parte de su curso.
El punto en que acordaron fortificar fue el llamado del Gatún, donde instalaron dos plataformas una a cada banda del río con algunas piezas de artillería que llevaron de la Casa de Cruces y un destacamento de arcabuceros tendiendo una cadena gruesa de uno al otro lado del río para impedir el paso de embarcaciones enemigas momento que aprovecharían los arcabuceros emboscados en las orillas para hacer un destrozo de quienes intentasen penetrar por allí.
Quedó de guarnición en el Gatún el capitán Antonio Carreño con su compañía de arcabuceros. Mientras tomaba estas disposiciones y el mismo día que el recorría el Chagre desde la desembocadura hasta el Gatún, 6 de Enero de 1596, llegaba Drake con sus fuerzas a Nombre de Dios.
LA DERROTA DE LOS INGLESES
Al llegar Drake y los suyos a Nombre de Díos, echó su gente en tierra a bordo de pinazas y chalupas, no encontrando resistencia en el poblado que estaba en vías de desmantelamiento para su traslado a Portobelo.
La guarnición del Capitán Pedro Ramírez de Quiñones y del Alcalde Mayor Diego Juárez de Anaya, al ver a los piratas, se retiraron a las montañas, tratando de dar la impresión al enemigo de su escaso deseo de resistir.
Envalentonándose los hombres de Drake ante la facilidad con que cayó Nombre de Dios en sus manos, creyeron que efectivamente habían tomado por sorpresa a los pocos defensores y que la captura de Panamá sería cosa sencilla.
Sin embargo Drake no las tenía todas consigo, interrogó concienzudamente a unos mulatos que sus hombres habían capturado en las cercanías de nombre de Dios y por las respuestas se enteró con desagrado que no había tal sorpresa y de la presencia en el istmo de Don Alonso de Sotomayor de quien tenía noticias en cuanto a su gran experiencia militar y aseguran sus biógrafos, el mismo Maynard que dijo el pirata que sentía hallar allí a Sotomayor más que si hallara al propio Virrey del Perú.
Drake quizás augurando su triste fin tuvo un presentimiento de que las cosas no iban a ser tan sencillas como ellos habían creído por lo cuál ordenó a Thomas de Baskerville quien anteriormente tuviera el mando de la expedición que a la cabeza del grueso de la fuerza de 1.200 hombres se dirigiera con toda clase de precauciones hacia Panamá siguiendo tras los prisioneros a los que obligaron a enseñarles el camino. El martes llegaban las fuerzas inglesas sin encontrar resistencia, a la Venta Pequení (la parte llana de la Venta de la Quebrada que ya mencionamos), donde se habían reunido las fuerzas de Nombre de Dios al mando de Ramírez de Quiñones y Juárez de Anaya con la guarnición del capitán Juan Enríquez, atrincherando su gente en las defensas del Fuerte de San Pablo que más tarde se llamaría de San Pablo de la Victoria. Creyendo que se trataba de una pequeña defensa, atacaron, los piratas de Baskerville la posición, siendo recibidos; por una descarga cerrada de arcabucería, quedando muchos de ellos muertos y buena parte heridos.
Durante las dos horas que duró el combate atacaron los piratas con denuedo varias veces no comprendiendo el porqué una tan pequeña defensa podía costarles tanto e impedirles el paso.
En uno de los ataque llegaron los piratas a subir a los maderos que hacían las veces de trincheras y el propio Capitán Juan Enríquez los iba matando con una pica uno a uno haciendo maravillas de valor.
Habiendo llegado a la Venta de Chagre un mensajero con la noticia, del ataque al Maese de Campo Don Jerónimo de Zuazo despachó al Capitán D. Hernando de Liermo Agüero, asturiano, Capitán del Presidio del Bayano para que reforzará el puesto de Capirilla.
Llegó a tiempo Don Hernando con su gente para ayudar a los fatigados defensores a rechazar un nuevo ataque de los ingleses que se habían reagrupado y recibido refuerzos de cañones de su base de Nombre de Dios, con intenciones de acabar con la fuerte resistencia española.
El Capitán de Liermo Agüero estaba dispuesto también a terminar la batalla, de manera que en lugar de permanecer tras las trincheras, ordenó a su gente pasar adelante y contraatacar al enemigo, cosa que hicieron sus tropas de refresco, poniendo en vergonzosa fuga a las gentes de.
Baskerville, muriendo éste en la huída, perseguidos por los españoles con el Capitán Agüero a la cabeza aunque herido de un mosquetazo en un brazo quiso seguir tras el enemigo cosa que los otros capitanes no consintieron obligándole a ser retirado y atendido convenientemente.
Viendo Drake que su gente llegaba derrotada y en tal mal estado, reducidos en número considerablemente, montó en cólera ordenando prender fuego a las casas que quedaban en Nombre de Dios que ardieron rápidamente por ser todas de madera. Embarcó la diezmada tropa y emprendió viaje hacia el Occidente con la intención de penetrar por el río de Chagre, pues no quería renunciar al botín que sabía había en Panamá pensando que no estaría tan bien protegido como aquel fatal camino de Nombre de Dios.
Don Alonso Sotomayor, mientras tanto, que había llegado al Fuerte de San Pablo al recibir noticia del combate, habiéndose enterado por un prisionero inglés de las intenciones del enemigo, ordenó a los Capitanes Juan de la Fuentes Gonzalo Vásquez que acudiesen a la Casa de Cruces para defender aquel paso si el enemigo llegaba hasta él.
El 15 de enero había partido Drake con sus barcos de Nombre de Dios y los españoles de guarnición de Chagre se quedaron esperándole. Pero mientras tanto Drake había decidido seguir hasta la Isla del Escudo de Veraguas donde organizó los restos que le quedaban de su gente y se prepararon durante doce días para volver por el río Chagre esta vez esperando encontrar desprevenidos a los españoles.
Pero el clima malsano de la isla hizo estragos entre los piratas muriendo varios debido a las fiebres tropicales.
Drake estaba taciturno y no hacía más que repetir: “Hemos de ganar dinero antes de volver a Inglaterra”, como dice su biógrafo. Desde su estancia en Nombre de Dios no se encontraba bien.
El 22 de enero según el calendario inglés y 2 de febrero según el calendario gregoriano utilizado por los españoles, partieron los piratas de la isla Escudo de Veraguas hacia la boca del Chagre, pero Drake abandonó su primitiva intención y siguieron rumbo a Portobelo.
Drake se había agravado de una fuerte disentería acompañada de elevada fiebre y delirio que hizo presa en él, deshidratándose intensamente. Fueron inútiles los intentos de aliviarle.
El 28 de enero o sea el 8 de febrero para los españoles, moría el temido corsario frente a la Bahía de Portobelo a las siete de la mañana. (al amanecer) sus hombres le envolvieron cuidadosamente “a usanza de marinería” y arrojaron su cadáver al mar, una legua mar adentro relata Thomas Maynard.
Lo de la caja de plomo que la leyenda asegura, no lo menciona ninguno de los testigos presenciales, pero no tendría nada de particular que le pusieran algún pesado lastre para asegurar que el cadáver cayese al fondo del mar y no fuese arrastrado hasta las playas del istmo por las olas.
Los piratas restantes decidieron poner proa a Inglaterra, pasando por Jamaica, donde llegarían no sin antes perder varios barcos más.
En recompensa a sus señalados servicios en Tierra Firme, el Rey hizo merced de la Encomienda de Villamayor, a Don Alonso de Sotomayor, confirmándole en el Gobierno y Capitanía General de Tierra Firme. Poco después, Sotomayor viajaba a España en Compañía del Marques de Cañete entrevistándose con el Rey en el Campillo.
El Rey le encomendó entonces la misión de construir Portobelo y fortificarlo, dándole 200 soldados para su defensa a cargo de los capitanes Lorenzo de Rosa y Pedro Meléndez y por Sargento Mayor a Gonzalo Franco de Ayala viejo soldado, de las Compañías de Flandes.
A su regreso al Istmo, emprendió Don Alonso el trabajo que le había ordenado y a su constancia y dedicación se debe la construcción de los fuertes de San Felipe Sotomayor, (más tarde llamado San Felipe Todo-Fierro) y el de Santiago de la Gloria, así como el primer Fuerte de San Lorenzo.
Incansable el Gobernador, a pesar del paso de los años cruzaba constantemente el Istmo, de un océano al otro, hasta 26 veces en un año como él mismo relata en una de sus cartas.
Pero todo organismo tiene su limite y Sotomayor acabó enfermando gravemente, solicitando al Rey su traslado a España, solicitud que salía para la Península precisamente cuando el Rey estaba firmando la orden nombrándole de nuevo Gobernador de Chile donde se pensaba que Don Alonso debía volver para pacificar de nuevo a los levantiscos araucanos que estaban otra vez en pie de guerra
Sotomayor consiguió el permiso para regresar a España con su esposa Doña Isabel de Zárate a quien conociera en Chile y con quien casara durante su Gobernación en aquella tierra.
Repuesto el viejo soldado por el cambio de clima fue nombrado Miembro del Consejo de Indias y de la Junta de Guerra encargándole el Rey la tarea de la Expulsión de los Moriscos del Reino de Toledo tarea que llevó a cabo con prontitud.
Pero su naturaleza de hierro se cansó de luchar y a los 68 años de edad el año de 1610 después de 50 años de servicios ininterrumpidos el Rey de España moría como un caballero cristiano en la ciudad de Madrid el que venciera al más temible de los piratas Ingleses.
Fuente: http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/biografias/sotomayor.html
Don Alonso de Sotomayor. |
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