Bosques de Teutoburgo
Otoño del 9 d.C., Quintilio Varo, comandante de tres legiones, la XVIII, la XIX y la XVII, avanza con sus tropas de camino a los acantonamientos del Rhin. En plena marcha, las tropas germanas auxiliares de los romanos, advierten a Varo de un levantamiento germano. Varo, confiando plenamente en sus auxiliares, decide cambiar su ruta y dirigirse hacia el lugar en el que supuestamente se está produciendo la revuelta. La larga comlumna romana, con toda la impedimenta a hombros o en mulas, avanza lentamente por un terreno embarrado, soportando la lluvia y el viento.
Al llegar al bosque de Teutoburgo, las tropas auxiliares germanas desertan, dejando a las legiones sin exploradores, cegándolas. Los romanos han perdido sus ojos. Un joven germano instruido militarmente en Roma, ha unido a los pueblos bárbaros contra los romanos. Se trata de Arminio.
Las tres legiones continúan avanzando, pero una lluvia de dardos y lanzas empieza a salir de los dos lados del sendero embarrado por el que avanzan los legionarios. Los soldados romanos, pillados por sorpresa llevan todo el equipo a hombres, y los escudos en sus fundas de cuero. Algunos hombres se liberan de la impedimenta y hullen. Otros deciden vender caro su pellejo y se lanzan contra el enemigo desenvainando las espadas. Sin embargo, la gran mayoría de los hombres permanecen juntos, cayendo bajo la lluvia de dardos, mientras avanzan con la esperanza de alcanzar la fortaleza de Aliso, la más próxima a aquel lugar.
La legión que marchaba en cabeza, retrocede para unirse con las otras dos y ayudarles. Una vez reagrupadas las tres legiones, continuán el camino, bajo un infierno de barro, lluvia, viento y saetas germanas.
Al llegar la primera noche, los legionarios mantienen la templanza suficiente como para construir un campamento relativamente bien montado. Allí pasan la noche.
La mañana siguiente sigue teniendo un clima de perros, y además, la caballería romana deserta, tratando de alcanzar el Rhin, cosa que no consiguieron. Los legionarios continúan su pesada marcha después de haber quemado las carretas y la impedimenta. Pero los germanos vuelven a hostigarles. Un general romano pacta la rendición con los germanos, pero estos, que en combate no toman prisioneros, masacran a los soldados rendidos. Varo es herido, y ante la posibilidad de caer en manos germanas, decide suicidarse. Las tropas romanas, descabezadas, salen a campo abierto, donde construyen un campamento mucho más rudimentario que la noche anterior.
El tercer día, los agotados y diezmados legionarios se enfrentan de nuevo a los bosques. Las bajas son terribles, y los soldados, totalmente desmoralizados pierden la esperanza. Se producen muchas deserciones. Aquella noche, los legionarios apenas logran esbozar un foso para protegerse durante la noche.
En el cuarto día se produce el combate final. A los pies de la colina de Kalkriese, los romanos cruzan por un estrecho desfiladero con los pantanos a su derecha. Los germanos habían construido un parapeto con aberturas para atacar a los romanos, y ahora se atreven a luchar contra ellos cuerpo a cuerpo. Los escasos legionarios que consiguen escapar, son cazados en los pantanos. Muy pocos de ellos logran sobrevivir para contarlo.
Esquema de la emboscada.
En Teutoburgo, además de 18.000 legionarios, los romanos pierden tres águilas, estandartes de la legión que se consideraban sagrados. Las águilas serán recuperados en los cuarenta años siguientes. La cabeza de Varo es enviado al rey marcomano, para que se una a la rebelión, pero este declina el ofrecimiento y envía la cabeza a Roma, donde recibe sepultura.
En el año 15, Germánico vuelve a Teutoburgo, donde entierra los esqueletos de las tres legiones. Los sueños de establecer la frontera del Imperio más allá del Rhin se han desvanecido.
Arminio será asesinado años después por sus propios hombres.
Estatua en Alemania en honor a Arminio
Extraído de http://www.caballerosdeeuropa.net/edad-antigua-3000-ac-450-dc-f26/batalla-del-bosque-de-teutoburgo-t2602.htm