La locha fue una de las monedas más típicas de nuestro país y señuelo de los tratos comerciales en nuestra infancia y de nuestras abuelas, quienes las aseguraban en la punta de un pañuelo, más difícil de desenredar que un nudo gordiano.
Fue acuñada por primera vez el 11 de junio de 1876, con un valor de doce céntimos y medio (12 ½) y se le conocía de color negro, blanco y amarillas, dependiendo del metal con que se les troquelara. Estas últimas, confeccionadas en cobre en el año 1944, tienen un alto valor en el campo de la numismática.
La locha, también llamada cuartillo, por aquello de un cuarto de real, deriva su nombre del octavo de bolívar y ochavo. Julio César Salas (1870-1933) afirmaba que la etimología de la palabra locha proviene de la imaginación popular al confundir el caballo grabado en el reverso de la moneda con un tipo de venado llamado locha.
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