Durante su estancia en México Fischer se convirtió en un gran coleccionista de monedas, libros, documentos antiguos, algunas obras de arte y vinos. Objetos con los cuales logró formar una muy completa colección. Los libros y documentos de acuerdo a sus planes primarios serían para formar parte de la Biblioteca Imperial; sin embargo no los utilizó para ello, ni en forma personal los usó para la redacción de algún libro o tratado, sino que posteriormente y ya en Europa, fueron objeto de venta al mejor postor, con lo que obtuvo jugosas ganancias. También se convirtió en custodio de algunas de las alhajas que la emperatriz Carlota, dejó en México, cuando en julio de 1866, salió a Europa a pedir ayuda para sostener el gobierno de su esposo. Las alhajas incluyeron entre otros objetos: un reloj de oro, varios floreros de plata, una caja de marfil, una concha con un anillo', una cigarrera de chaquira, un tomo de la "Imitación de Cristo" (de Tomás de Kempis), una caja de madera y algunos vestidos indios y fotografías de Yucatán. Todas esas joyas, monedas, libros y documentos viajaron con Fischer hacia Europa.
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UN SALUDO