Era habitual que los joyeros hicieran reproducciones de monedas para realizar objetos de joyería y para evitar ser denunciados por realizar falsificaciones de moneda utilizaban a veces el anverso de una pieza y el reverso de otra como es este caso. Otras veces ponían una fecha en la moneda que no se correspondía con la moneda que representaba, es decir, a una moneda del siglo XIX le ponían una fecha del S XVIII.
De esta manera nadie les podía acusar de hacer fraude.