bueno como ya comente mi bisabuelo fue el ultimo superviviente de la guerra de cuba, si leeis el articulo vereis que a cada superviviente le pagaron con tres monedas de oro, me pregunto de que clase serian.
Espero os guste la historia y que no se me note mucho el orgullo jejeje.
En el otoño de 1977 cumplía 97 años Santiago Ferrero, un
eibarrés de adopción que por entonces era uno de los pocos veteranos
de la guerra de Cuba y el último superviviente del Regimiento de
Garellano.
En su vida no hubo tiempo para el aburrimiento, plagada
de mil anécdotas. Con sólo 20 años le llegó el momento de irse a Cuba.
«Era marinero. Vivía en Bilbao y ya a los 9 años había empezado a
trabajar en un taller que luego se convirtió en empresa pesquera. Yo
pertenecía al tercio de Garellano y cuando salió el sorteo... ¡ay!, nos
tocó Cuba», relataba en 'El Correo'. «Cuando llegamos los 23 de Bilbao a
La Habana -proseguía- nos dieron un fusil para proteger en el puerto a
las compañías que iban llegando. Luego nos trasladaron a Artillería de
Montaña, fuimos divididos en diferentes compañías y si sobreviví a un
tiroteo incesante fue porque me cubrieron en la retirada algunos
soldados situados en un montículo próximo».
La suerte le volvió a hacer un guiño poco después, ya que
su amigo Genaro Iraola, panadero en Bilbao, le cogió como ayudante para
la panificadora que se creó en la capital cubana. Su último cometido
allí fue pagar a los soldados que regresaban a España, a razón de «tres
monedas de oro por barba». Al cabo de un año regresó, en 1898, algo que
no pudieron hacer 15 de sus 22 compañeros, fallecidos en combate. Con
los supervivientes del tercio de Garellano se siguió reuniendo durante
años en dos bares bilbaínos. Santiago Ferrero sobrevivió a todos ellos.
«Al regresar de Cuba trabajé en una panadería, donde ganaba 4 pesetas.
En mi boda gasté 600 en dos días de incesante fiesta. Luego llegaron los
hijos y tras sacar el título de patrón de pesca fui un hombre de mar
hasta que me jubilé a los 72 años».
En su vida novelesca también figura el rescate de
numerosas personas a punto de morir ahogadas en el mar y ello le supuso
una condecoración de la Diputación de Vizcaya. Con 82 años se trasladó
con su familia a Eibar. Se hizo popular y sus historias se escuchaban en
las tertulias del Casino.