Eledgarqr MODERADOR
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| Tema: El coleccionismo de "moneda extranjera" Vie 16 Ago 2013 - 4:54 | |
| LA MONEDA EXTRANJERA (La colección más allá del KM)
Hace más o menos un año vendí la mayoría de mis monedas extranjeras. Igual que muchas y muchos coleccionistas decidí que ya era hora de apostar por algo más cercano o, simplemente, me cansé de subir la piedra por la colina sabiendo que eso no tendría fin nunca. Esa apuesta por lo cercano me llevó a lo que circuló por mi país y, claro, me convertí en una especie de nacionalista-buscador de plata. Mi primer moneda extranjera fue un dólar de 1974, ni de plata ni de otro metal noble, una moneda de módulo grande con el rostro de Dwight Einsehower y el águila alunizando... esa moneda se la dieron a mi padre como pago, en ese entonces el Quetzal y el Dólar estaban en paridad y era fácil conseguir y ver circular las dos monedas sin restricciones. Un día la encontré y prácticamente me la robé y la guardé por mucho tiempo. Tenía, a partir de entonces, el descaro de decir que coleccionaba monedas. ¿Cuál moneda llegó después? No lo sé. Tenía un trapito anudado que contenía fichitas centroamericanas que me regalaban o encontraba tiradas o le daban de cambio a alguien desprevenido. Mexicanas aparecían también. Otros valores faciales de norteamericanas... no sé. Viajé en ese tiempo, volví con monedas para el trapito. Mis amigos viajaron, mis hermanos. Recuerdo con cariño las pesetas españolas de 1992, las que tienen cosas de la expo o las de los agujeros, mi hermano Oscar las trajo de allá y me dejó escoger cuáles quería. Creció el monstruo en mis manos pero no salía del trapito. No importaba el orden, sabía qué tenía y por qué lo tenía, quién me lo regaló o dónde la conseguí, no compraba. La cosa cambió cuando supe de catálogos y de coleccionar nacionales. Se complicó cuando las "de finca" nacionales mostraron su naríz. De regreso de mi primer viaje a España volví con un kilo de monedas internacionales que nutrió mi colección y la volvió respetable y crecidita. La danza de los plásticos y cartones, grapas y KMs estaba al filo de la terapia ocupacional y la obsesión. Pero las nacionales parecían pesar mucho, más caras y más difíciles de conseguir pero "mejor inversión" y hasta más fácil de intercambiar. Ya compraba y ya intercambiaba. ¡Hasta el título de Buen Coleccionista me gané por un intercambio transatlántico bien terminado! Varios cartapacios y monedas en bolsas dentro del closet. Monedas y más monedas, acá las internacionales y allá las nacionales. Todo bien dividido. Un día me cansé. Identificar y catalogar una moneda se volvió más fácil a partir de la experiencia de coleccionar internacionales, no puedo negarlo. Los límites temporales se vuelven difusos cuando tienes en a mano una moneda de siglos de antigüedad y una de acuñación de este año. Aunque no lo quieras aprendes sobre historia y política. Te enojas con la falta de información existente y con los que la esconden o la vuelven propiedad privada o artículo en venta. Te pones contento cuando te dicen que ya hay euro nuevo de país nuevo o cuando te enteras que los gringos tendrán una serie de quarters que te llevará casi diez años completar. Y te vuelves a las realidad, pones los pies en la tierra cuando te das cuenta que no puedes seguir esperando que esa moneda tibetana o de nepal aparezca tirada en el suelo del bus. El disfrute está amenazado por la frustración. Y vendí casi todo. Me quedé con unas que ni siquiera catalogué. Me quedan unas libretas y fotos de todo eso que tuve, nada más. Las que quedaron no llegan ni a treinta. La tiranía del KM llegó a su fin.
¡Sea! _________________ Kib'eal ri chik'opib' are ri nu k'aib'al. |
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