La situación de Cástulo fue realmente excepcional. Conforme las ciudades van siendo conquistadas por Roma, el suelo pasa a ser suelo romano, y los antiguos habitantes viven en una especie de régimen de “alquiler”, algo que no ocurrió en Cástulo. Además, por proximidad debería haber pertenecido administrativamente a la Bética, pero Cástulo rinde cuentas a Cartago Nova y, en última instancia a la capital de la provincia, que es Tarraco. La razón es que unas provincias dependían del Senado romano y otras del emperador. Las que dependían del Senado rendían ante él lo que se conocía como el Erario. Era el caso de la provincia Bética. Por contra, el fisco iba para el emperador, y ahí estaban las ciudades que dependían de Tarraco, “eran dos cajas a efectos de financiación”, señala Pérez. Los beneficios de Cástulo iban, por tanto, al emperador, y no al Senado.
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