El oro. Ubicado en el grupo 11 de la tabla periódica y con el número atómico 79, mientras que su sola mención hace brillar las pupilas de los codiciosos, la utilización adjetivada de su nombre –áureo– remite a la perfección, a la pureza y a la belleza.
Excavaciones arqueológicas realizadas en los Balcanes indican que el oro comenzó a usarse ya en el cuarto milenio antes de Cristo para fabricar artesanías y joyas. Posteriormente, gracias a su relativa escasez en la naturaleza y a presentar una gran estabilidad química que lo vuelve especialmente resistente a la corrosión, comenzó a utilizarse como medida de cambio. Las primeras monedas de que existe registro fehaciente fueron acuñadas en una aleación natural de oro y plata en Asia Menor durante el siglo VII antes de Cristo.
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