Una espada de hierro con laboriosos adornos en oro, plata y piedras semipreciosas se exhibe como la encarnación del poder detentado por el emperador Yongle entre 1402 y 1424 tras derrocar a su sobrino como culminación de la guerra civil. En el esfuerzo de reafirmarse trasladó la capital desde Nanjing a Pekín, ciudad del norte estratégica para defender al imperio de la constante amenaza de los mongoles, y allí construyó la Ciudad Prohibida que albergaría el palacio imperial a lo largo de medio milenio. Todavía hoy, el perfil de la fabulosa arquitectura en madera del complejo es un emblema nacional que aparece en las monedas, los billetes y los uniformes militares.
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