No tiene nada de extraño después de la paliza que le han dado al pobre Tiberio, cuento cuatro estacazos: uno en la parte superior de la cabeza que le ha levantado la tapa de los sesos (golpe mortal de necesidad), otro en el ojo que le habrá dejado como mínimo tuerto y dos que bordean la oreja (golpes no mortales pero poco estéticos).