La publicidad del caso llamó la atención de Roy Langbord, hijo de Joan Langbord, la hija de Israel Switt. Buscó a fondo en la joyería heredada y voilá, encontró un escondrijo con otras diez moneadas de oro de 20 dólares. Al precio de mercado, podrían alcanzar los 80 millones. Tal vez menos al aumentar los ejemplares. O tal vez más, si había pujas de museos o coleccionistas. No hubo ni lo uno ni lo otro: cuando la familia acudió a la Casa de la Moneda para que les certificaran la autenticidad, se las requisaron como propiedad federal.
https://www.capitalmadrid.com/2015/4/21/37843/quien-hereda-a-un-ladron-se-queda-con-las-diez-monedas-mas-caras-del-mundo.html
UN SALUDO