Situémonos. Faltan cinco años para que se cumpla medio milenio de una rebelión que acabó en revolución. Corría el 23 de abril de 1521. Años muy parecidos a los nuestros de hoy, en los que incluso la monarquía estaba en entredicho, y la sociedad atravesaba una de sus frecuentes crisis, un sistema feudal que daba sus últimos cabezazos, y una nobleza y burguesía que temía perder sus privilegios si el levantamiento fructificaba y se extendía. Al principio la nobleza y sus adláteres, los grandes empresarios de la lana –en aquel tiempo un vellón de lana era un cheque de muchos ceros- apoyaron, porque les convenía, la revuelta, pensando que así defendían también sus privilegios y prebendas frente al poder real, prebendas que ya habían frenado los Reyes Católicos, tratando de deshacerse de su influencia, recortándoles a su vez las alas para impedir que acumularan más poder y hacienda.
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UN SALUDO