Los castros se asentaban en lugares estratégicos y se protegían con murallas. Villasviejas se ubicó en la Sierra de Montánchez y Tamuja, en un paisaje adehesado de la penillanura pizarrosa, no excesivamente alto pero sí cobijado por los meandros encajonados del río Tamuja. Aunque ya hubo presencia humana en la Prehistoria (se han hallado puntas de palmela, núcleos de talla lítica...), fue en la Edad del Hierro cuando se formó este conjunto que debió de controlar la producción minera de la zona y otros asentamientos menores como El Cerro del Tamuja (Cáceres) y el Cerro Castrejón (Plasenzuela). Sus funciones centralizadoras de la minería del territorio y la posible acuñación de monedas le convirtieron en una plaza fuerte.
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