Si el ajedrez fuera solo táctica, Marshall habría sido probablemente campeón del mundo. Nos dejó varias joyas inmortales, y la que jugó en Breslavia, en 1912, es la más inolvidable de todas. Una parte de la historia de esta partida cuenta que, tras la victoria del estadounidense, los espectadores estallaron en aplausos y comenzaron a lanzar monedas de oro al tablero. La otra es la que cuenta el propio jugador en una autobiografía, según la cual fue la organización la que le premió con un saco de ellas. Sensaciones fuertes.
http://epv.elpais.com/epv/2016/03/14/programa_el_rincon_de_los_inmortales/1457959345_433106.html
UN SALUDO