La caída del régimen de la Yamahiriya—república de las masas— hace un lustro y la guerra civil desatada tras la particular primavera árabe libia han abierto un inmenso vacío de poder que ha sido aprovechado por traficantes de vario pelaje. Ya desde el inicio de la revuelta se pudo ver a los alzados saqueando las joyas, pistolas de oro y obras de arte de los palacios de Gadafi. También desaparecieron antigüedades, como el llamado Tesoro de Bengasi, una colección de miles de monedas de los periodos helenístico y romano guardada en la caja fuerte de un banco de dicha ciudad. Recientemente, el Consejo Internacional de Museos redactó una lista del patrimonio libio cuya seguridad peligra.
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