En la época de la colonia, a Inglaterra llegaban toneladas de metales precolombinos robados a los españoles en puertos o fruto de asaltos a galeones. Ejemplos sobran: en 1568 el corsario inglés John Hawkins bombardeó Cartagena de Indias movido por la codicia: “una ciudad tan bien conocida que no diré nada sobre ella”. Lo impresionaba el monasterio de Nuestra Señora de La Popa, “un lugar de increíble riqueza, a causa de los donativos recibidos continuamente”.
El último y más cruel usurpador de los tesoros de la Heroica durante el siglo XVI fue el renombrado pirata Francis Drake. Por orden suprema de la reina Isabel I de Inglaterra irrumpió en Cartagena en 1586. Mientras investigadores de la época, como el escritor William Ospina, lo califican de “chupasangre”, en los libros de la historia británica es reconocido como “circunnavegador del globo”. Igual sucede con otros cazatesoros coloniales que dejaron huella en todo el Caribe colombiano, como el almirante Edward Vernon y Robert Jenkins.
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