Eso sí, sin su firma o sello, el escrito no tenía ningún valor. Lo supo bien en el siglo XII el obispo de Santiago de Compostela. Alfonso VI, rey de Castilla y León, le concedió nada menos que el derecho de acuñar moneda, pero le envió el privilegio sin firmar. Lo mismo le ocurrió cuando se las arregló para que Roma elevara su sede a categoría de Obispado. Como él mismo contó, tuvo que repartir sobornos entre la curia italiana para que le llegara el documento rubricado por el Papa», recuerda a este periódico el doctor en Historia y profesor de la Universidad del País Vasco (UPV).
http://www.diariovasco.com/politica/201704/10/firmas-hecho-historia-20170410085644.html
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