Cuando se dirigieron a ella para aclarar los hechos, la viuda se mostró compungida. "Estaba muy disgustada", recuerda ahora el director de este museo municipal. "Nos dijo que lo sentía mucho, que no había prestado atención a lo que se estaba tirando, y además eso jamás lo hubiera querido su esposo". Al ser consciente de lo que había estado a punto de ocurrir, "colaboró en todo momento" y buscó en casa sin éxito los libros de registro donde García de la Villa habría recogido la información sobre las piezas. Solo salieron a la luz unas "hojas sueltas", unos listados manuscritos que sirvieron de ayuda a la empresa externa de arqueólogos contratada por el Ayuntamiento para poner orden en la descomunal colección.
https://elpais.com/elpais/2017/06/30/ciencia/1498826588_228752.html
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