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EL ANILLO DE ORO DE LUCIO CORNELIO SILA. (Craw. RRC.426.1.)
Durante algún tiempo estuve confuso sobre los auténticos significados de dos temas con los que solía encontrarme de vez en cuando en mis lecturas sobre historias de la Historia: uno era el anillo de Sila y el otro el sueño de Sila.
La verdad es que tampoco me preocupó demasiado, pero cuando empecé a coleccionar monedas de la antigua republicana romana, vi un denario que representaba en el reverso a Sila (Lucio Cornelio Sila Felix) sentado en un estrado de forma elevada y orientado hacia la izquierda; delante tenía a un rey (el de Mauritania) de nombre Bocco (Bocchus) un tanto sumiso y reverencioso él, ofreciendo a Sila una rama sobre cuya taxonomía no hay un acuerdo, pues mientras unos dicen que es de laurel, otros opinamos que es de olivo. A la derecha de la moneda, es decir, a las espaldas de Sila, hay otro personaje aún más sumiso todavía, pues éste tiene atadas las manos a la espalda (en muchas monedas, pues hay una gran variabilidad de iconografías, se ve incluso la cuerda). Este personaje es también otro rey, llamado Yugurta (Jugurta) en este caso de Numidia, y algo más conocido que el anterior.
Entre otras cosas es más conocido, sobretodo por los Hispanos, porque practicó sus artes marciales y guerreras en Lusitania, luchando contra una rebelión indígena bajo órdenes del general romano Escipión Emiliano. No debió aprender mucho de las tácticas guerrilleras que usábamos por aquí por mi tierra, pues terminó en Roma con la cabeza cortada al final de un festejo militar, aunque otros dicen que murió de hambre en la peor cárcel del mundo: la Marmertina, en castigo por haber sido él, el que hizo pasar tanta hambre a los tambien hispano- numantinos durante su asedio.
La traición de Bocco fue la perdición de Yugurta, y mira que eran familia, aunque política. La historia no termina aquí, pues, allá van las leyes donde quieren los reyes y el hecho de que Bocco entregara de forma traidora a su yerno Yugurta a Sila, fue un error de libro que otros muchos pagarían con sus vidas, hacienda y honor. No es por nada, pero ya que Bocco se convertía en un judas cualquiera, debería conocer -al menos- quién mandaba las fuerzas romanas y consumar su traición ante el jefe máximo, y no ante un subordinado como lo era Sila de Mario. Esta tontería histórica provocó una guerra civil en Roma, en la que murieron más de cuatrocientos senadores y unos doce mil équites o caballeros. Algunos hablan de hasta sesenta mil muertes violentas.
Bueno, el caso es que a Sila se le subieron los galones hasta el punto de mandar que le construyeran un anillo de oro con esa imagen del rey Bocco entregándole a Yugurta como prisionero y, allá que va él, con su mano en alto enseñando el dichoso anillo por toda Roma en el cortejo de una marcha triunfal, con fondo sonoro de claros clarines y bajo la gloria solemne de los estandartes, que terminó como ya hemos anunciado antes, con el Campo de Marte regado por los rojos carmines de la sangre de Yugurta. (104 a.C.)
Mario, que era cónsul aquél año y al que no se le escapaba una, se dijo: ¿Dónde va éste presumiendo de anillo? …y se lió la contienda, aunque, lo cierto es que pasaron unos años antes de que el enfrentamiento verdadero (presidido por la humana diosa Envidia) llegara, incluida una Guerra Social (91-88 a. C.) en la que Sila obtuvo más méritos militares. La verdad es que el muchachito prometía. De esta forma Sila siguió luciendo su anillo de oro, siguió también con su fama de irrefrenable hombre de “cama”, adquirió algo así como la sarna, que se le caía la piel a trozos (no hay que olvidar que el “cognomen” sila significa piel clara, palidez, quizás pelirrojo) y la ambición le llevó a ser ya no sólo el primer dictador de la República romana, sino a ser también el primero en entrar en la ciudad prohibida para los militares, con sus legiones a sangre y fuego.
Eso sí, después de tener su sueño privado con la diosa Bellona, o Luna, según interpretaciones. Dice la Historia en Vidas Paralelas - Sila, de Plutarco, que Mario escapó de la muerte gracias a un milagro detrás de otro, pues el caso es que Sila y sus seis sangrientas legiones mataron a todo marionista que se cruzó en su camino por las calles de Roma. Poco después, cuando Mario volvió con sus propias legiones, aprovechando una ausencia de Sila, acabó también con todo silanista que pululaba por la misma ciudad. Pero ¡ha! Sila volvió y esta vez hizo su lista negra de proscripciones, es decir, esa lista en la que: a quien mucho tememos muerto lo queremos. El río Tiber se volvió rojo, las calles de Roma se quedaron vacías y miles y miles de esclavos se quedaron sin dueños.
En contra de mi costumbre me estoy alargando mucho, así que termino. Lo que pasó con el anillo de oro de Sila nadie lo sabe, aunque en principio lo heredó su hijo Fausto, ya que cuando fue magistrado de la Moneda lo mandó reproducir y gracias a ello muchas personas lo conocemos; tan solo hay que preocuparse de mirar el reverso del denario clasificado en el catálogo de Calicó con el número 497, o el RRC. de Crawford: 426.1. Ya de paso, se puede mirar también el anverso de esa misma moneda y tratar de descubrir si es la diosa Bellona o es la diosa Luna del sueño de Sila la que figura en él.
Saludos históricos romano-republicanos. correcamino.