A partir de la Restauración Meiji (1868), las minas pasaron a ser administradas por el recién formado Gobierno. Se contrató a técnicos extranjeros y se introdujeron las más modernas tecnologías, avanzándose en la maquinización. En 1889, pasaron a formar parte del patrimonio de la Casa Imperial, siendo gestionadas por un órgano del ministerio que se ocupaba de la misma. Siete años después fueron privatizadas, siendo adquiridas por la sociedad comanditaria Mitsubishi, origen del zaibatsu homónimo. Las mayores producciones se alcanzaron hacia 1940, siguiendo los exigentes planes trazados durante la guerra. Las minas de Sado continuaron produciendo después de la contienda hasta su cierre definitivo en 1989, con el que se puso fin a una historia de 388 años.
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