Junia Rufina fue una mujer muy poderosa. No necesitó ser madre o mujer de ningún romano. Fue por méritos propios. Su espectacular tumba en el yacimiento de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) solo habla de ella. En honor a esta noble romana se levantó un excepcional mausoleo con inscripciones de bronce y los mejores mármoles. Debió impactar al que lo viese en pie, allá por el II siglo de nuestra era, y 1.800 años después vuelve a sobrecoger. Si Junia quiso dejar clara su importancia, lo consiguió con creces. Su sepulcro se ha convertido ahora en uno de los hallazgos más sobresalientes de la Hispania romana por ser la única tumba dedicada a una mujer por sí misma y por conservar la inscripciones original en bronce con la que fue concebida.
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