Hace unos quince años, un joven holandés se apoyó en una de las murallas defensivas que Sertorio había levantado en el monte Mongó, en Denia. Las piedras se derrumbaron y aparecieron tres piezas de oro, que pronto fueron calificadas de una gargantilla y dos torques (brazaletes) de un ajuar íbero. Pero los expertos se equivocaron: eran las condecoraciones en oro que recibieron los últimos soldados de Sertorio por su defensa del castellum. Las habían escondido porque sabían que iban a morir. Hoy se pueden ver en el Museo MARQ de Alicante.
https://elpais.com/cultura/2018/10/31/actualidad/1540991026_051480.html
UN SALUDO