Se trataba de una esclava de origen cristiano de nombre Maryan que aseguraba que ella daría todo lo que tenía por dormir con el emir. Fátima mordió el anzuelo y le propuso que, a cambio de la primera escandalosa cifra que se le ocurrió -80.000 monedas de plata-, le cedería su lugar. Sorprendentemente, Maryan reunió el dinero de inmediato y se lo entregó. Abd al-Rahman quedó muy sorprendido aquella noche cuando Maryan apareció en sus aposentos, pero también encantado por el amor que le mostraba aquella joven. En los días siguientes repitieron y Maryan acabó por sustituir a Fátima y por parir un hijo, al-Hakam II, que pasaría a la historia ya como califa de Córdoba.
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