Aunque en el artículo casi todo lo que se menciona son topicazos, sus consejos son completamente recomendables. Id cuando haga buen tiempo, visitando primero el museo para enterarse un poco de lo que hay que ver por allí. En el lugar indicado se comía bien, aunque hace tiempo que no voy, espero que no haya caído en la trampa del turisteo como ha pasado en tantos otros sitios.
Si tenéis la suerte de llegar en un día tranquilo (la mayoría), no os quedéis solo en las ruinas. Se puede respirar el silencio, sobrecogedor, solamente roto por la persistente brisa y por algún graznido de los carroñeros que habitan en un peñasco cercano. Por cierto, también sería perfecto acercarse a algún prado de los que hay bajo este peñasco y hacerse cargo de una buena tortilla junto al arroyo que discurre a sus pies... no hace falta condimentarla, el aroma a campo está garantizado.
Os lo dice el hijo de un montejino.