Más prematuro e irónico fue el gesto de Duchamp cuando en 1919 (cuando ya le había pintado el bigote y la perilla a la Mona Lisa) le pagó a su dentista con el dibujo de un cheque manuscrito por un importe de 115 dólares. Años después recuperó su Chèque Tzanck, llamado así en honor al sacamuelas, por 1.000 francos. Si la firma de un artista confiere valor a la obra, ¿qué le impedía dibujar sus propios cheques y recobrarlos obteniendo una ganancia?
https://elpais.com/cultura/2020/01/30/babelia/1580382153_222452.html
UN SALUDO