Dos veces al día, la marea baja los bordes del Támesis, y el nivel del río cae a 6 metros en partes, revelando siglos de Londres olvidado. Fragmentos de la vida antigua brotan de la tierra expuesta.
Aquí es donde aparecen las llamadas «alondras de barro», o alondras de barro, en portugués, como Maiklem, que en pocos minutos ya había visto fragmentos de una jarra del siglo XVII, con la cara de un hombre con barba visible en la cerámica.
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