Aquí los romanos encontraron dos yacimientos de oro. Uno se hallaba en el mismo pueblo, y fue explotado usando el método conocido como “ruina montium”, del que Las Médulas es su mayor exponente, consistente en excavar una red de galerías que se inundaban con agua para derrumbar el terreno y tener acceso a los restos donde se encontraba el oro. El otro yacimiento era el depósito en el cauce del Río Sil de arenas y gravas ricos en el preciado metal, que en momentos de grandes lluvias recibía grandes aportaciones de fuentes situadas aguas arriba. En este caso, la única forma de acceder al oro era secando “literalmente” el río.
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