Los duros antiguos de Cádiz y el último pirata del Atlántico.

Los duros antiguos de Cádiz y el último pirata del Atlántico

Quién no ha escuchado alguna vez ese famoso tanguillo?

Pero, ¿conocemos el sentido y la historia real que dio origen al mismo?

Su autor, “El tío de la Tiza”, se basa en un hecho real acontecido en la playa de Cádiz durante la última y fatal travesía de uno de los pocos piratas españoles, y que pasó a la historia como uno de los más sanguinarios de la época…

Benito Soto Aboal

Hijo de marinero, nace en Pontevedra el 22 de marzo de 1805. Desertor de la Matrícula de Mar a los dieciocho años, se cuenta que sus primeras correrías arrancan como contrabandista en las rías gallegas. Pero su gran aventura, aquella que a pesar de durar tan sólo cinco meses ha pasado a la historia, comienza como segundo contramaestre en el bergantín brasileño El Defensor de Pedro, que partió de Rio de Janeiro en 1823 armado en corso con siete cañones y 40 hombres de tripulación. Tras un violento motín, Soto Aboal abandona al capitán de la nave en tierras africanas y se alza de esta manera con el mando de la nave y de la tripulación, lanzándose desde entonces a la piratería.

Su primera víctima será la fragata mercante de bandera inglesa Morning Star, a la que saquea. Tras asesinar a casi toda su tripulación, El Defensor de Pedro pone rumbo a Las Azores, pero no sin antes abordar a todo buque con el que se encuentra durante la travesía. La segunda víctima conocida de este gallego es la fragata norteamericana Topacio, que había partido de Calcuta y a la que, además de saquear y robar el rico botín que llevaba a bordo, destruye mediante un incendio, asesinando a toda su tripulación.

En viaje a las islas de Cabo Verde, Benito de Soto aborda un segundo bergantín inglés, al que también roba y termina hundiendo. Sólo una semana después, cerca del archipiélago canario, se encuentra con la fragata inglesa Sumbury, que navega a Saint Thomas y a la que asalta, acribillando a su tripulación.

Posteriormente serán dos buques portugueses los que caen, sin piedad, en manos del despiadado pirata. Poco después le tocaría el turno al bergantín inglés New Prospect, siendo aniquilados una vez más de forma sangrienta, todos sus tripulantes. Es entonces cuando Benito Soto manda asesinar a tres de sus compañeros de aventuras por considerarlos poco leales, antes de poner rumbo a Bueu (Pontevedra), dónde atraca el 17 de abril de 1828 para vender la mercancía a contrabandistas gallegos y rebautizar al bergantín con el nombre de Burla Negra.

Con un plan muy ideado y la intención de abandonar el buque, retirarse de la piratería y poder disfrutar de las ganancias junto a algunos compañeros, este sanguinario pirata pone rumbo a la costa de Tarifa. Pero todo se vuelve en su contra cuando ya en aguas gaditanas un error de cálculo le hace confundir el faro de la Isla de León con el de Tarifa. Como consecuencia de este desacierto encalla en las playas de Cádiz, en la zona donde hoy se encuentra el Ventorrillo del Chato, siendo descubiertos de inmediato por las autoridades locales. Soto consigue escapar, abandonando el barco y su mercancía, no corriendo la misma suerte diez de sus piratas, que son capturados y ahorcados en Puerta Tierra ante un numeroso público congregado para la ocasión.

La suerte le dura poco al capitán de la Burla Negra, ya que nada más llegar a Gibraltar es arrestado y encarcelado. Un año y medio después se le juzga y condena, por asesino y pirata, a morir en la horca. La lluvia que caía ese día en el Peñón no impidió a la multitud amontonarse en torno al reo, a quien las autoridades británicas le ofrecen un confesor una vez terminado el juicio, pero el pontevedrés, haciendo gala una vez más de su arrogancia, responde que con cuatro días de vida que le quedan por delante aún le sobra el tiempo, sin embargo, pocas horas después, preso del miedo y la desesperación, suplica ser recibido por el sacerdote anglicano, quien nunca hizo pública la confesión.

Cinco días más tarde, y a sus 25 años, sale por primera vez de su celda para ser ejecutado por la justicia británica. Nada más llegar ante el dintel de la horca reza fervientemente durante un cuarto de hora aferrado al Cristo prestado por el sacerdote y reconoce ante los presentes la justicia de su condena, al tiempo que los exhorta a aprender de su muerte y rezar por su alma. Escucha la sentencia, leída en inglés y en español, con aire indiferente y los brazos cruzados y, una vez terminada, cuentan, echa una gran carcajada mirando a la muchedumbre reunida y se despide con un “adiós a todos”.

Los duros antiguos.

Años después, concretamente el 3 de Junio de 1904, en plena campaña de pesca en la almadraba de San José, un chanquero conocido como “Malos Pelos” enterraba gandinga de atunes en la playa frente a donde hoy se encuentra el Hospital Puerta del Mar. Inesperadamente encuentra unas monedas en la arena, llenándose los bolsillos y marchándose sin contar a nadie su hallazgo, cuando sus compañeros de trabajo se acercan al lugar extrañados por su tardanza y descubren el tesoro, también llenan los bolsillos y abandonan la playa.

La noticia corrió como la pólvora por toda la ciudad y no hubo gaditano que no se acercara aquel jueves de Corpus a la búsqueda de aquellas monedas.

El tesoro que encontraron esa mañana, y que había sido arrastrado por la mar desde el lugar del hundimiento de la Burla Negra, consistía en monedas de a ocho reales de curso legal durante el reinado del rey Borbón Fernando VI, acuñadas en México a mediados del siglo XVIII. Estas monedas eran conocidas hasta entonces como las monedas de “ambos mundos”, debido a que en su reverso figuraban dos esferas terráqueas y que, a partir de aquel hecho, serían conocidas como “duros antiguos” por el parecido que guardaban con las monedas de cinco pesetas en circulación por aquel entonces. Se recogieron unas 1.500 piezas de los años 1752 a 1755.

El Tanguillo “Los duros antiguos”

Un año después, en los Carnavales de 1905, el afamado compositor gaditano Antonio Rodríguez Martínez, conocido como “El tío de la Tiza”, compone para su coro Los Anticuarios, un tanguillo sobre lo sucedido un año atrás, al que después llamaría Los duros antiguos y que, sin esperarlo, se convertiría en la copla de carnaval más cantada desde entonces y considerada por muchos como el himno del Carnaval de Cádiz.

“Aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar,
que se encontraba la gente en la orillita del mar
fue la cosa más graciosa que en vida he visto yo.
Allí fue medio Cádiz con espiochas;
y la pobre mi suegra y eso que estaba ya media chocha;
Con las uñas a algunos vi yo escarbar,
cuatro días seguidos sin descansar.
Estaba la playa igual que una feria
¡válgame San Cleto! lo que es la miseria.
Algunos pescaron más de ochenta duros
pero más de cuatro no vieron ni uno.
Mi suegra como ya dije, estuvo allí una semana
escarbando por la tarde de noche y por la mañana;
perdió las uñas y el pelo aunque bien poco tenía
y en vez de coger los duros lo que cogió fue una pulmonía.
En el patio de las malvas está escarbando desde aquel día.”

Autor: Antonio DEL REAL PASQUÍN
Revista General de Marina. Vol. 260, mes 3, año 2011 pag. 433-436

Muy bonita historia, Numit