Yo, es que alucino con esta operación.
Primero, teoricamente, estaba dirigida contra el tráfico de armas y arqueologia a nivel internacional, y se habian detenido poco menos que una red de esas, ahora son unos pacíficos señores, que tienen una afición, (quizas un tanto singular), como puede tener cualquier otro otra, en algunos casos a nivel espectacular, supongo que por posibilidades económicas, y que a lo sumo tendrian alguna pieza falta de algún trámite, pero sin mala intencionalidad.
Ahora, pues, serán las peligrosas monedas romanas, (de venta legal en cualquier subasta y numismática), las que están terriblemente prohibidas.
Los golpes de efecto no se consiguen así.
Se consiguen deteniendo a los ladrones que quizás puedan robar a esos coleccionistas, no requisándoles la colección para que no se la puedan robar. Se consiguen señalizando y protegiendo los yacimientos arqueológicos, y deteniendo a los que practiquen el expolio en ellos, o al que tenga una estátua o mosaico romanos sin la debida autorización y certificación de origen legal. Pero no etiquetando como delincuente a una persona que posee piezas que se pueden adquirir libremente en cualquier numismática a partir de 3 euros.
A mi parecer, las piezas históricas, (entendiendo así las que tienen una carga histórica por el hecho del momento en que fueron creadas), que no tendrian que confundirse con las arqueológicas, (que pueden ser idénticas, pero aparecidas en yacimientos con contexto y estratigrafia, lo cual multiplica exponencialmente su utilidad, (para la ciencia), y la capacidad que tienen de transmitir información), tienen que cumplir o ser útiles para una misión, que es la de transmitir a los ciudadanos toda su carga histórica, y motivarles así para el conocimiento e interés hacia su História y su Patrimonio. Eso no se consigue teniendo tropecientasmil piezas iguales encerradas en un armario de un lúgubre sótano o almacén.
Si alguien, a traves del coleccionismo o de la docencia, con un puñado, (o dos), de esas piezas, bien catalogadas, y conocedor de su carga histórica, consigue transmitir a los demás ciudadanos dicho saber, (aunque sea entre cerveza y cerveza, por decir de algún modo de forma coloquial), y consigue motivarlos hacia el conocimiento de nuestro pasado, ya sea mediante vitrinas personales, (a nivel modesto), colecciones privadas a nivel museo, exposiciones temporales o disertaciones acompañadas como complemento visual y tactil de dichos objetos, estos habrán cumplido su misión, y los poseedores de dicho material, a mi juicio, también.
Muchos museos se mueren de puro aburrimiento, de la falta de un discurso ameno, personal o mejor, personalizado, que motive a sus visitantes, (y que lógicamente, por cuestiones obias, no pueden ofrecer por mucho que lo pretendan con medios informáticos). Si tenemos quien lo puede hacer, encima de forma desinteresada, y que despues, por motivación, ese saber, circule de boca a boca, adelante con ello, ¡joder!