Según el acuerdo al que llegaron, Colón obtendría los títulos de Almirante de la Mar Océana y Virrey de todas las tierras que descubriera para él y sus sucesores en perpetuidad, lo que incluia el 10% de todas las riquezas que produjeran y una octava parte de cualquier otra empresa descubridora que se organizase, una barbaridad insostenible que terminaría en 1556, cuando los herederos aceptaron conservar el título de almirante a cambio de una pensión. Por su parte, los reyes se comprometieron a financiar la empresa con dos millones de maravedíes. ¿Mucho o poco? Es más o menos los ingresos anuales de un aristócrata de provincias, según el historiador Felipe Fernández-Armesto. Otro experto en la materia, Antonio Domínguez Ortiz, tradujo esa cantidad a la actualidad y calculó que serían unos 200 millones de pesetas, es decir, 1,2 millones de euros, que además fueron financiados por unos cuantos extremeños humildes que creyeron ganarse el cielo contribuyendo con limosnas a la bula de cruzada emitida para la ocasión.
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