A su alrededor, ocho cadáveres de infortunados familiares y sirvientes que -según costumbres de la época- fueron sacrificados para que le acompañaran en su viaje al más allá: su mujer, dos concubinas, el hijo de una de éstas, el jefe de su ejército, el portaestandarte, un soldado que debía custodiar la tumba, al que además se le amputaron los pies para que no escapara y cumpliera su misión hasta el final (como si una vez estrangulado y enterrado el pobre pudiera irse de juega con los amigos dejando la garita vacía) más otro sirviente, enterrado de cúbito supino en un nicho sobre el resto de tumbas, a modo de vigía, por si tenía que avisar al grupo de alguna presencia extraña en ese viaje colectivo a la eternidad.
http://blogs.elpais.com/paco-nadal/2015/10/ruta-moche-museo-tumbas-reales-sipan.html
UN SALUDO