El general Bernardino Hurtado de Mendoza, a bordo de la nao capitana Nuestra Señora de Loreto, oyó el enorme estruendo proveniente del cercano galeón San José y supo enseguida que era su final. La nave almiranta, cargada de oro y plata, había colisionado con el fondo marino del Archipiélago de las Perlas (Panamá). Tardaría pocas horas en partirse literalmente por la mitad y que sus riquezas se deslizasen hacia las profundidades ante los ojos estupefactos del militar. Eran las once de la noche del 17 de junio de 1631.
https://elpais.com/cultura/2018/10/30/actualidad/1540898407_186545.html
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