Desde que el hombre en los albores de la civilización comenzó a navegar las costas del África, en el Oriente medio y en la Polinesia, nacieron los primeros buzos buscadores de tesoros. Desde la época de Aristóteles, en el siglo IV AC, ya se hablaba del uso de una campana para bucear. De las primeras y más eficientes campanas americanas utilizadas para el buceo, fue una hecha en Cuba, fundida en bronce, para recuperar el inmenso tesoro perdido durante el huracán de 1622 en los Cayos de la Florida. Durante el descubrimiento y la conquista llegaron aquí a “Indias” buzos a pulmón, expertos en labores de recoger perlas, sumergiéndose hasta 30 metros de profundidad. Algunos de estos individuos se dedicaban casi de tiempo completo al buceo en procura de recuperar tesoros bajo el mar, los restos de las flotas de galeones hundidos en tormentas o al colisionar con arrecifes y bajos.
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