Se ha llegado a la conclusión de que, entre los siglos IV y VI d. C, los cuerpos estarían orientados hacia el Oeste, en ataúdes de madera, y colocados en fosas, que en ocasiones, se cubrieron con piedras planas a modo de sepultura.
Y aunque la mayoría de los enterramientos aparecen sin ajuar, algunas sepulturas se encuentran restos de collares, pendientes, anillos, alfileres, etc. e incluso monedas, asemejándose a los ritos funerarios comunes a otras necrópolis hispano-romanas.
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